Por amor de Sion no callaré,
y por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que salga como resplandor su justicia,
y su salvación se encienda como una antorcha.

N. de T: Isaías, 62:1


Como judíos, muchos de los cuales perdimos familiares en el Holocausto, le debemos a la memoria de aquellos que fueron asesinados el asegurarnos de que los terribles eventos de la década de 1940 nunca se repitan.


Consideramos que es nuestro deber moral y religioso advertir que la supresión de las libertades civiles y la exclusión de la sociedad de grupos considerados insalubres o sucios, o indeseables de otro modo, guardan un fuerte paralelismo con los acontecimientos de la década de 1930 que finalmente allanaron el camino para que ocurriera el Holocausto.


Debe reconocerse que el régimen nazi inicialmente excluyó a los judíos de la sociedad alemana alegando que tales medidas eran necesarias por motivos de una "emergencia de salud pública" para evitar la propagación de enfermedades infecciosas. Las políticas anti-Covid que excluían de la sociedad a los no vacunados y negaban a muchos más su derecho básico a ganarse la vida, a viajar, incluso a recibir tratamiento hospitalario y a alimentarse, se hicieron valer por los mismos motivos.


Además, estamos comprometidos con la defensa de los principios del Código de Nuremberg, elaborado en 1947 a raíz de los juicios de Nuremberg de médicos alemanes que habían realizado experimentos inhumanos en los reclusos de los campos de concentración. El Código de Nuremberg estableció el principio del consentimiento informado para todos los experimentos médicos y, por lo tanto, prohíbe claramente el uso obligatorio de dispositivos médicos como máscaras faciales (tapabocas, barbijos) y pruebas intrusivas que constituyen una agresión corporal, así como la vacunación coaccionada en forma de pasaportes y mandatos de vacunas. Todos estos son experimentos. Ninguno de ellos había demostrado ser "seguro y eficaz" antes de que se impusieran al público por motivos de "emergencia". Además, en 2005, la Declaración de las Naciones Unidas (UNESCO) sobre Bioética y Derechos Humanos amplió el principio del consentimiento informado a todos los tratamientos médicos, no solo a los experimentales.


A pesar de la aparente restauración de algunos derechos, los gobiernos siguen tratando de degradar los derechos humanos al afirmar el concepto de "comunitarismo", que establece una evaluación arbitraria del "bien común" de la sociedad por encima de los derechos hasta ahora inalienables de los individuos. Sin embargo, o el individuo es soberano, o el individuo debe estar subordinado a la comunidad, ambas situaciones no pueden existir simultáneamente.


El comunitarismo no difiere materialmente de los principios del nacionalsocialismo en Alemania, que subyugó los derechos de los ciudadanos a la voluntad colectiva del Estado. Por ejemplo, las Leyes de Nuremberg de 1935, que excluían a los judíos de la ciudadanía, introdujeron un "certificado de ciudadanía", que requería el cumplimiento de todos los ciudadanos a los dictados del régimen nazi. Los gobiernos que hoy tratan de imponer los principios del comunitarismo a sus ciudadanos deben ser vistos bajo la misma luz moral.


Ahora se ha sentado un precedente. El público ha sido condicionado a través de una campaña de miedo. Las políticas Covid o medidas similares se pueden reintroducir en cualquier momento por casi cualquier motivo que el gobierno considere suficiente. Afirmamos que esto no se puede permitir: que es sólo una campaña de miedo, combinada con el silenciamiento de la disidencia, lo que crea las condiciones en las que es probable que se afiancen los regímenes totalitarios.


Aquellos de nosotros que intentamos hablar en contra de la censura y la discriminación, y que nos atrevemos a comparar los acontecimientos recientes con la historia de Alemania en la década de 1930, a menudo somos acusados de "negación del Holocausto", sin embargo, esta es una inversión directa de la verdad. Aquellos de nosotros que advertimos de las posibles consecuencias de la discriminación y la subordinación lo hacemos precisamente para honrar la memoria de aquellos que fueron asesinados en el Holocausto; aquellos que buscan silenciarnos son los verdaderos negadores del Holocausto, ya que buscan negarnos el derecho a aprender de la historia, de nuestra historia.


La frase principal de la conmemoración oficial del Holocausto es "Nunca más". Para citar a Vera Sharav, activista de derechos humanos y sobreviviente infantil del Holocausto, "Nunca Más es Ahora". Ahora es el momento de demostrar que hemos aprendido las lecciones de la historia y de garantizar que no se produzca la creación y el sometimiento de clases 'indeseables', para que no repitamos los horrores que siguieron a la demonización de los judíos en la Alemania nazi.


Los que no aprenden de la historia están condenados a repetirla. Si no podemos advertir de las lecciones del Holocausto y de los eventos que lo precedieron, entonces cada víctima del Holocausto habrá muerto en vano.